¿Qué son estos cambios? El pasar de los años, en tan solo unos pocos segundos. El peso que incrementaba poco a poco, repentinamente desaparece.
Descubriéndome a mi misma, noto algo. Podría ser un nuevo brillo en mis ojos, un rosado más vivo en mis mejillas, mi sonrisa más amplia a como había estado durante un largo tiempo. Sin embargo, todo eso es exterior; pequeños cambios que, aunque no son mencionados, son percibidos. Lo que había cambiado, estaba adentro.
Mi alma finalmente descansaba. Había encontrado la tan buscada paz interior. Me sentía madura, sabia, fuerte. Ahora podía escalar montañas de retos que en el pasado no. Podía enfrentar mis temores y actuar como yo quisiera. Podía ser yo misma. Podía, finalmente, vivir.
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Es curioso como nunca valoramos algo, hasta que lo perdemos. Sin embargo, es aun más intrigante como nunca notamos verdaderamente cuanto necesitamos algo, hasta que lo encontramos.
Lo que antes parecía tan grande, monstruoso, desconocido, era ahora tan solo un pequeño tropiezo en el camino, un desliz.
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En algún momento de nuestras vidas, todos buscamos la independencia. Anhelamos poder estirar nuestras alas y volar lejos de todo. Lograr convertirnos en un individuo reconocido. Aun así, cuando finalmente lo conseguimos, no sabemos que hacer. Al perder nuestra guía, caemos en picada y no logramos encontrarnos.
Nadie planea nuestras vidas, nosotros debemos de construirla solos, crearla y moldearla a como veamos razonable. Más de una vez, enfrentamos el fin del mundo, descubriendo un tiempo después que fue tan solo un descuido; un pequeño error envuelto en una armadura de miedos. Al mirar atrás a todos nuestros tropiezos, notamos algo. Cada vez que caemos, nos levantamos diferentemente, con el pecho abierto, luego parados derechos, después caminando firmemente, hasta que al final del camino, nos encontramos con la cabeza en alto.
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Aunque los miedos se enfrentan solos, siempre encontramos varios factores que influenciarán nuestras decisiones, cambiando los caminos que tomamos. Muchas veces, los cambios no son voluntarios pero aun así, al ser para bien, eventualmente los agradecemos.
Nuestros padres y madres siempre buscan lo mejor para nosotros, sacrificando su propia juventud, trabajo y hasta vidas para lograrlo. Lastimosamente, sus sacrificios no siempre son tomados en cuenta y aun menos valorados, hasta cuando ya es demasiado tarde y no podemos hacerlo más.
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Es precisamente en ese momento, cuando una muerte ocurrió o se aproxima, que verdaderamente empezamos a reflexionar, a finalmente pensar, a empezar a cuestionarnos. En ese momento nos damos cuenta, verdaderamente, de todo lo que hemos dejado pasar, las oportunidades que no hemos aprovechado, los retos y miedos que nunca decidimos enfrentar…